Todos seguíamos
a Peter. Mi madre salió la última y seguía mirando el precioso
cuarto de baño.
Salimos de
aquel pasillo y volvimos a salir a donde la enorme ventana. Enfrente
había otro pasillo, y nos dirigíamos hacía allí. Entramos en la
habitación del fondo y todos nos quedamos mirando la preciosa
habitación.
Era el doble de
grande que las nuestras. Nada mas entrar, había dos sillas muy
elegantes con una mesilla en medio.
A la derecha
entre dos mesillas de noche estaba una enorme cama. Enfrente de ella,
había un pedazo mueble de madera color marrón brillante, con miles
de cajones y puertas. Y encima, en una balda en el mueble, había una
televisión bastante grande. No pensaba que habría más, pero Peter
abrío una puerta, que había a la derecha del todo y había otro
enorme baño. Este era más sencillo que los otros dos, pero era muy
bonito. Tenía un mueble largo con un lavabo en medio. Y encima un
enorme espejo. Luego estaba la ducha, que era como un spa porque
había para sentarse. Era muy bonito la verdad. Peter volvió a
sonreírnos y, nadie nos habíamos fijado, pero al entrar, al fondo,
había una especia de cortina. Entramos y allí había un armario.
Pero no un armario cualquiera. Era una pasillo, con una alfombra
color marrón claro, y a los lados estaban los armarios. Me recordaba
al armario que sale en la película de “Sr. y Sra. Smith”, pues
parecido.
- ¿Os
gusta? - les preguntó Peter a mis padres.
- Me
encanta. - dijo mi madre dándole un beso a mi padre.
Salimos de la
habitación y seguíamos en el pasillo. Un poco mas adelante, había
otra habitación. Entramos.
Esta era un
poco mas simple que las demás; pero a mi me gustó, porque la cama
era redonda.
Tenía enfrente
un armario, bastante grande. A la derecha del todo, un sillón y una
mesita. Eso sí, tenía unos ventanales increíbles, preciosos.
Salimos del
pasillo y Peter nos llevó al otro lado, detrás de las escaleras. No
había ninguna puerta, si no que era como una cortina. Entramos y Cam
empezó a alucinar.
Era una especia
de salón de juegos, pero en la nuestra había un enorme sofá en
forma de L.
En medio una
mesa, y al lado otro sillón. Enfrente del sofá había un enorme
televisor, era como una pantalla de cine. A mi hermano le llamó la
atención el cuadro que había al lado del televisor. Era un cuadro
en blanco y negro de un jugador de baloncesto.
- Ese era el
antiguo dueño de la casa. - dijo Peter mirando el cuadro.
- ¿En
serio? ¡Ese es Nelson Marshall! Jugó dos temporadas en los Miami
Heat y estuvo cinco años en Los Lakers. Hace dos años que se
retiró. - decía mi hermano todo emocionado. - ¡Exacto! Nos vendió la casa a la inmobiliaria hace un par de años.
- ¿Y se la vendéis a cualquiera? - preguntó Cam.
- No. Él vino a vivir aquí al igual que tú, con una beca. Le ofrecieron la casa y en unos años la compró. Y cuando se retiró volvió a Francia, a su país natal.
No tenía ni
idea de lo que estaban hablando. No sabía quien era ese tal Nelson,
pero buen gusto tenía para la casa.
Salimos de la
sala y Peter nos llevó a dos últimas puertas. Una de ellas era otra
habitación. Era muy sencilla, una cama grande, un armario enorme, y
una cristalera preciosa, esa habitación tenía mucha luz.
Salimos y
fuimos a la otra puerta que quedaba, otro baño. Era mas pequeño que
los demás, pero era muy cuqui.
Bajamos todos a
abajo, y salimos fuera de la casa.
- Bueno, la
nevera está llena, os la he llenado para que tengáis para este fin
de semana. Nos veremos pronto. - dijo Peter dándole la mano a mi
padre.
- ¿No
quieres quedarte a tomar algo? - le ofreció mi padre. - Lo siento, tengo que ir a enseñar otra casa.
Peter se
despidió de todos y se marchó. Cuando le vimos alejarse con el
coche, nos pusimos a saltar y gritar de alegría.
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