jueves, 12 de julio de 2012

Capitulo 7.


Viernes.
Me levanto rápido y feliz. ¡Es Viernes y esta noche me voy a Los Ángeles!
Me ducho y me preparo. Voy a la cocina y el desayuno está encima de la mesa. No hay nadie, desayuno yo sola.
Es la hora y bajo porque estará esperándome Caroline.
Hablamos todo el camino sobre los planes que tenemos para Los Ángeles.
Estamos a punto de entrar en el instituto cuando Caroline me da un golpe en la espalda.
- ¿Qué haces? - le digo.
- Mira allí.
Miro hacia donde ella me señalaba y veo a Taylor apoyado en un árbol, sonriéndome. Sonrío tontamente.
- Nos vemos luego. - les digo a Jamie y a Caroline.
Me voy corriendo hacía Taylor.
- ¿Qué haces aquí? - le pregunto.
- Dijiste que te ibas este fin de semana a Los Ángeles y que en dos semanas te mudabas allí. 
- Sí.
- Pues he pensado que quizás podrías despedirte de Chicago con una compañía especial, con alguien como yo. - me sonreía y a esa sonrisa no se le podía decir que no.

Era la segunda vez que me jugaba las clases en una misma semana. Me sentía un poco malota.
Taylor y yo habíamos estado paseando por la ciudad y contándonos cosas sobre nosotros.
Me invito a comer a su restaurante favorito, al de su primo.
Era por la tarde, serían las cinco o asi...
Estábamos sentados en un banco de un parque riéndonos, y os juro que no he visto cosa tan bonita como su sonrisa. Me quedé atontada mirando como se reía y entrecerraba sus ojos, se dio cuenta y me miró fijamente con su sonrisa. No podía apartar la vista de él por mas que quisiera. Él se acercaba a mi lentamente y podía oír su corazón, lo fuerte que le latía; yo comencé a ponerme nerviosa cuando él con sus labios rozó los míos.
Me aparté de golpe y le miré fijamente a sus ojos marrones brillantes.
- Lo siento, tengo que irme.
- ¡Espera Nikki! ¡Lo siento! - me gritaba mientras yo me alejaba.
Llegué a casa y todos me esperaban para ir al aeropuerto. Cogí mis cosas y nos fuimos.
En el aeropuerto estaban Caroline y Jamie esperándonos. En el avión, en la fila derecha, estaban mis padres, en el medio, Caroline, Jamie y yo, y en la izquierda Loreen y Cam.
Caroline y Jamie no hacían mas que hablar y yo no hacía mas que pensar en el corto beso con Taylor, en lo tonta que había sido al largarme. Mi hermana me miraba y me hizo un gesto. Fuí a su asiento y le cambie el sitio a Cam.
- ¿Estás bien? - me pregunto Loreen.
- Hoy no he ido a clase. Apareció Taylor diciéndome que estas dos semanas tenía que pasarlas despidiéndome de Chicago con alguien especial, alguien como él. 
- ¿Has pasado el día con él?
- Sí. 
- ¡Eso es genial!
- Si, hasta que me besó. - bajé la mirada. 
- ¿Que qué?
- Me besó. Un beso corto porque yo me aparté y le dije que me tenía que ir. 
- ¡Pero tú eres tonta! - grito mi hermana. Todo el mundo nos miraba.
- Cállate. - le dije a la vez que sonreía a la gente.
Todo el vuelo estuve hablando con mi hermana de lo ocurrido con Taylor.
El vuelo duro unas siete horas, pero a mi se me pasaron rápido. Pasé casi todo el vuelo hablando del tema con mi hermana y otro rato me quedé dormida.

Fuera del aeropuerto nos esperaba un enorme coche negro. Mi hermano y mi padre saludaron al chico que estaba apoyado en el. Era un chico joven, con un traje negro y unas gafas de aviador del mismo color. Cuando vio aparecer a mi hermana se quitó las gafas y le miró de arriba a abajo. Él le sonrió, pero mi hermana le sonrió sin ninguna gracia y entró en el coche.
- ¿Y ese? - le preguntó.
- Ese es un chulo putas.
Caroline y Jamie comenzarón a reírse. La verdad, a mi también me pareció algo creído el chico.

Mis padres y mi hermano subieron al coche y el conductor seguía el coche del “chulo putas”.
Al de un rato, entramos en un enorme barrio con preciosas casas lujosas. Estaba deseando de que el conductor parase en alguna de ellas.
- Bienvenidos a Los Ángeles. - dijo el conductor con una sonrisa.
Todos estábamos mirando por las ventanillas y el coche paro enfrente de una casa enorme y realmente preciosa.
Era toda blanca con el tejado marrón clarito. Tenia tres garajes con las puertas marrones. La puerta de la entrada era preciosa, era toda ella de cristal, y antes de entrar había una pequeña y elegante verja negra.
El conductor del coche nos ayudó a sacar las cosas del maletero, mientras que el “chulo putas” hablaba con alguien que salió de la casa.
Caroline y Jamie no hacían mas que mirar la casa.
- Quiero venirme a vivir contigo. - decía Jamie.
- Ya y yo. - respondió Caroline. - ¡Qué pasada!
El “chulo putas” nos presentó con el que estaba hablando, era el de la inmobiliaria, y le dio un juego de llaves a mi padre.
El conductor y el “chulo putas” se despidieron de nosotros.
- Creo que será mejor entrar para que veáis la casa. - dijo el de la inmobiliaria.
No podía creer que esa sería mi casa, por fuera era preciosa y enorme. No quería imaginarme como sería por dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario